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El Fantasma del Liderazgo

  • Foto del escritor: Ness Carballo
    Ness Carballo
  • 15 may 2023
  • 3 Min. de lectura

Hay un espectro errante que se niega a realizar el viaje para trascender el plano existencial, deambula hechizando mentes sin recato, hace gala de alojarse en mártires, héroes, conquistadores, atletas, profetas, predicadores e incluso en alguno que otro canalla. A medida que se filtra e inunda el inconsciente colectivo, su identidad se hace más difusa. Todo el mundo dice conocerlo y cree tenerlo bien localizado, pero lo sigue buscando, lo invoca en el espejo y hasta practica rituales de enseñanza y aprendizaje para encarnarlo, o para procrearlo en algún aula de las Business Schools, casi por unción. Es el fantasma del liderazgo.


En su honor se han erigido enormes columnas de publicaciones, algunas ex profeso y otras por inopinada analogía, unas con bloques de mármol fino, piezas de valor incalculable como la Ética a Nicómaco; Egipto, escuela de directivos, La rebelión de las masas, El Príncipe, Economía y Sociedad (Cap III), Meditaciones; otras con barro de un alto valor pragmático y amables con el lector puntual; Primal Leadership, Empieza con el porqué, Tribus, Unleadership; y otras hechas con cualquier tipo de arcilla asequible que son apreciadas porque cumplen con la función utilitaria de recetarios, vademécums o, cuando más, epítomes: las 7 costumbres de los muy cumplidores, 21 normas irrebatibles de los lideres, el amigo sin empleo, recetas para hornear amigos y que te hagan caso los demás, entre decenas más de títulos, cientos de artículos, como el corriente, y un sinnúmero de frases entre metafóricas y oníricas.


No es un muerto aparecido entre los vivos, tiene vida, pero intermitente, mora y muda, se lo puede identificar, pero no retener, se presenta como una visión quimérica, aparenta ser afincado pero su realidad es fugaz. Es querido, vitoreado, por naturaleza rebelde, no tolera la mediocridad y en su horizonte brilla siempre una utopía, no como ilusa fantasía, sino como luz referente; ofrece dirección a cambio de entusiasmo.


Para conectar con su ser genuino y avisarse de sus alter egos falaces, es necesario un revulsivo contra la ciega adhesión a nociones promovidas por el pensamiento mágico, quimeras proclamadas por coaches y conferencistas espontáneos, difundidas por la adicción al touch, like & share; la doxa que arrasa cualquier insinuación de ejercicio epistemológico que desafíe la sabiduría del meme. Es deseable una discusión continua que rescate al espectro del liderazgo y lo libere, a la par, del peso y la levedad que no son inherentes a su existencia, que acote sus dimensiones y las renueve oportunamente valiéndose de la objetividad para dotarlo de clara identidad. Se le imputa demasiado cuando se lo admira, se le culpa injustamente si se ausenta.


El hecho de que tantas ideas encuentren posada en el liderazgo, que los signos de nuestro tiempo: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad nos hagan voltear para buscar su mano y querer asirla para salir adelante en los momentos de aflicción, es razonable, pero que haga más luz cuando luz hay y confiemos en su sagacidad sobre prácticamente todos los aspectos de la vida humana, es un verdadero quijotismo.


Si el liderazgo ha de ser lo magnificente que se lo concibe ya, es menester la cruz y los ciriales. Tendremos que proveerle un seguiderazgo cada vez más oferente, tributario, proactivo, habrá que cimentarlo con liderabilidad perspicaz e iniciativa en lugar de obediencia acomodaticia, canjearle interdependencia por reciprocidad, codependencia por sinergia y, sobre todo, victorias por logros.


Hasta hoy, especialmente ahora, con ese fervor volcado en las redes sociales e internet, que ya cumple con los elementos de un auténtico Lideralismo, no en el sentido político sudamericano ni doctrinario, sino de corriente de pensamiento o movimiento que intenta ser vanguardista, se pregona que debe haber, en algún lugar, un personaje por demás virtuoso llamado Líder quien, entre su vasta colección de atributos, inspira a los demás, genera entornos armoniosos, encuentra placer en servir, crea, provoca, escucha, atiende, prevé, sonríe, agradece, une, hace, enseña, emprende, delega, impulsa, celebra, es empático, justo, íntegro, buen comunicador, pone el ejemplo y hasta come al final. —¡agobiante!El liderazgo no es un don personal, es una construcción social, colectiva, de ahí que cuando se le trata en singular, termina cargando todas las responsabilidades de la pluralidad, las circunstancias y el futuro deseables.El fantasma del liderazgo está condenado a seguir pendoneando mientras se le siga atribuyendo a un individuo en singular, el líder lo es temporalmente, lo que debemos concretar es la estructura y función del liderazgo, institucionalizarlo, de modo que asuma el cuerpo que le corresponde, que ha poseído por episodios, pero no conserva por esa parte de la naturaleza humana que hace de la inteligencia una fuente de crueldad, egocentrismo y, sobre todo, de adoración dogmática.Líder, en singular, es el individuo que desempeña un rol temporal, efímero por naturaleza, liderazgo es una estructura social susceptible de perennidad; #LiderazgoEsPlural. —¿Tú qué opinas?




 
 
 

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